El Papa Francisco reza ante la Columna de la Inmaculada Concepción en la plaza de España en Roma (Italia) con motivo de su festividad hoy.
El Papa Francisco reza ante la Columna de la Inmaculada Concepción en la plaza de España en Roma (Italia) con motivo de su festividad hoy.
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EFE

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El Papa pide en Roma "anticuerpos" contra la indiferencia y la degradación

Estuvo en la tradicional ofrenda de flores ante la columna de la Inmaculada en la romana Plaza de España.

El Papa Francisco pidió hoy en la festividad de la Inmaculada Concepción en Roma "anticuerpos" para que las sociedades actuales derroten los "virus" que les afectan, como la indiferencia, el miedo al extranjero, la hipocresía o "la degradación medioambiental y ética".

El Papa realizó estas reflexiones en la oración que pronunció durante la tradicional ofrenda de flores ante la columna de la Inmaculada en la romana Plaza de España.

El Pontífice pidió por aquellos que más sufren, como "los enfermos, ancianos, pobres e inmigrantes" que huyen de "tierras en guerra o del hambre" y también para que las sociedades actuales dispongan de "anticuerpos contra algunos virus de nuestro tiempo".

Entre estos males, citó "la indiferencia, que dice: 'no me incumbe', la mala educación cívica que desprecia el bien común, el miedo al diferente y al extranjero".

También "el conformismo disfrazado de transgresión, la hipocresía de acusar a los demás mientras se cometen las mismas cosas, la resignación a la degradación ambiental y ética, la explotación de hombres y mujeres".

En la oración, el Papa Francisco aprovechó la ocasión para recordar el ejemplo de conversión de hace 175 años en la Iglesia de Sant Andrea delle Fratte, a pocos metros de distancia de Plaza de España, cuando la Virgen tocó el corazón de Alfonso Ratisbonne, que en ese momento era ateo y enemigo de la Iglesia y pasó a ser cristiano.

"Concédenos también a nosotros, especialmente en las pruebas y en las tentaciones, fijar la mirada en Tus manos abiertas que dejan caer sobre la tierra las gracias del Señor, y deshacernos de toda arrogancia orgullosa, para reconocernos como verdaderamente somos: pequeños y pobres pecadores, pero siempre Tus hijos", dijo el Papa en su plegaria.

El Papa Francisco llegó en coche a la Plaza de España hacia las 15.30 horas locales (13.30 GMT) y fue recibido por la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, con quien intercambió algunas palabras.

Después, se dirigió a los pies de la imagen de la Virgen, donde fue depositado un centro de rosas blancas, adornado con una cinta blanca y amarilla, los colores de la bandera vaticana.

Al acto acudió una delegación de la Embajada de España ante la Santa Sede (situada en plena Plaza de España, justo enfrente de la imagen de la Inmaculada) encabezada por el embajador, Gerardo Ángel Bugallo Ottone.

Tras pronunciar la oración, el Papa permaneció durante unos instantes en silencio y con él los cientos de fieles que acudieron a la plaza para asistir al acto.

Algunos de estos fieles pudieron saludar y recibir la bendición del Papa Francisco al final del acto.

Después de venerar a la Virgen, el Papa fue a pie a la cercana iglesia de Sant Andrea delle Fratte, en cuya capilla oró durante unos minutos antes de regresar al Vaticano.

Esta mañana, Francisco rezó la oración mariana del Ángelus con los fieles y peregrinos que acudieron a la Plaza de San Pedro del Vaticano y ante ellos invitó a llamar a la Virgen María "llena de gracia" como quien hace un "cumplido a una señora a la que se la dice, con garbo, que tiene aspecto de joven".

"Cuando le decimos a María llena de gracia, en cierto sentido también le decimos esto, al más alto nivel. De hecho, la reconocemos siempre como joven, porque nunca envejece por el pecado", afirmó.

La tradición papal de la ofrenda de flores se remonta a 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, que formuló el Papa Pío IX (1846-1878).

Aquel año, por voluntad del beato Pío IX, se erigió este monumento en la romana Plaza de España y fue él quien lo bendijo el 8 de septiembre de 1857 desde el balcón central de la embajada española ante la Santa Sede.  

EFE  

 

 

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